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lunes, 10 de marzo de 2014

Ser monaguillo   
Ser monaguillo es hacer un servicio importante a la comunidad cristiana.
Ser monaguillo nos acerca más a Jesús y nos hace vivir más su amistad.
Ser monaguillo nos enseña a vivir como cristianos.
Ser monaguillo, desde luego, vale la pena.

No es cualquier cosa
Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.
Nosotros, los cristianos, nos reunimos todos los domingos para celebrar la eucaristía, la misa, que es el momento principal de nuestra fe. Y el monaguillo es aquel que ayuda a que la misa del domingo se celebre mejor, que todo esté a punto, que todos los asistentes puedan rezar y celebrar como es debido.
Además de la misa del domingo, hay también otras celebraciones cristianas, como la misa diaria o los demás sacramentos u otros momentos de reunión de la comunidad. El monaguillo, si se lo piden ayuda también a estas celebraciones, para un mejor servicio a los que participan en ellas.
Y están también de un modo especial, los grandes días de fiesta: La Semana Santa y la Pascua, la Navidad… En esos días, más que nunca, el monaguillo debe procurar con todo su esfuerzo y sus capacidades que las celebraciones tengan la solemnidad que les corresponde, y todo este mejor preparado que nunca.

Ser monaguillo no es una cosa cualquiera.
Porque con nuestra actuación, servimos y ayudamos a toda la comunidad de los cristianos. Como también la ayudan los que realizan otras tareas o ministerios: los lectores, los responsables de los cantos, etc. Y lo hacemos muy cerca de Jesús, muy cerca de la Palabra y de la Eucaristía que él nos dejó. Y así aprendemos, día tras día, a ser más amigos de él, más cristianos.

Ser monaguillo no es una cosa cualquiera. ¿Ser monaguillo es algo muy importante!

 Por ello, vale la pena que te prepares bien, que lo hagas lo mejor de que seas capaz, que quieras ser un buen modelo para todos los que te vean, que ames cada día más a Jesús y cada día más a toda la gente que tienes a tu alrededor.

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